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5 nov 2010

SE VENDEN RELOJES DE ARENA



Siempre he soñado con ella, sería una industria floreciente. Los pedidos por la web; las entregas a domicilio, con privacidad de objetos porno. Cada grano de arena tendría su garantía,  su estándar y certificación de calidad. Ningún uso permisible distinto al de medir el tiempo que consumimos haciendo el amor. Tampoco hay que ser un genio para advertir que dos cuerpos teniendo sexo imitan las simetrías del reloj de arena: un cuerpo se inunda, otro libera su carga muerta, su lava, su sangre en tinta blanca.


Es un evento cifrado, como el bostezo de un gato negro, y de clara índole estocástica: en el instante en que el hombre y la mujer llegan al orgasmo, cae el último grano de arena. Desde el punto de vista de la iglesia católica, el reloj se pasa a convertir en una prenda maldita, en un fetiche. No por capricho el reloj invoca los ciegos dioses siameses del orgasmo a duo; algunas veces lo logra, algunas veces no. Mientras tanto, alguien distribuye relojes solares para promover la masturbación en los días nublados...