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5 ago 2010

MACONDO STATES OF AMERICA



La noticia de la muerte de José Saramago no me genera alegría. Tampoco tristeza. Es la muerte de un escritor comprometido, más famoso por su posición política de extrema izquierda que por su literatura. Un político de primera, un escritor muy de segunda. El dinosaurio ruidoso nos deja, y no hay mucho qué decir o agregar. Utilizó la escritura para hacer proselitismo, y acertó. La gente quiere a este hombre que se denominó a sí mismo un comunista hormonal. Fue un verdadero fracasado exitoso, pero esa clase de personajes abundan en las altas esferas. Tampoco es su culpa, ¿no? A muchos les suena la flauta traversa.


Sólo sentiré melancolía pura el día de la muerte de García Márquez. Ese si un escritor de primera, un político de segunda, con asesores de cuarta y biógrafos de novena. O de mucho más. En todo caso, un genio entre africano, árabe y colombiano, un juicioso y pudoroso pornógrafo del Caribe, un prodigioso narrador oral de las letras de molde, el único en Macondo States of América, antes y después del Segundo Apocalipsis Tropical. Ahora y siempre.