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5 nov 2017

¡RECUERDA, CUERPO!




Uno nunca hace el amor, salvo la primera vez que se atreve a hacer el amor. Lo que sigue es el recuerdo de haberlo hecho en alguna parte. Y aquí vale la pena citar a Borges: acaso las cosas suceden en el pasado, cuando las recordamos, no en el rudimentario presente. Los ancianos recuerdan haber hecho el amor. Una cosa más bien remota. No lo recuerdan de una manera consciente y premeditada, a fin de no torturarse el alma y el espíritu. Y aquí tampoco sobra citar a Kavafis: recuerda, cuerpo. No es el cerebro el que recuerda, de un modo digamos neuronal, biológico. Son las uñas, la línea de los cabellos, los surcos de la sonrisa y del llanto, el hueso de las caderas, las papilas gustativas, el calcio de los colmillos... En fin, descuidados lectores: uno vive recordando haber hecho el amor, esa última y primera vez, tal como los niños vuelven dichosos a saltar bajo la lluvia, para no olvidar de qué materia están hecha sus gotas...