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7 oct 2010

ESTRATEGIAS PARA SER INFIEL




No nos digamos mentiras: la infidelidad es recurrente y pertinente. Nivela las energías de la pareja, devuelve las cosas a su sitio. El infiel siente remordimiento y se comporta lo mejor que puede, el traicionado sonríe y de buen humor se lava los dientes frente al espejo. Hay algo no dicho, algo que es como otro color en la ventana. Todo es luz. Por supuesto, bien distinta es la deslealtad. Es mejor, mil y un veces, ser infiel a ser desleal. Creo en otros cuerpos, en otras manos que me permitan dimensionar tu cuerpo astral, enaltecer tus otras formas a la distancia. Otras formas, nuevas formas hasta ahora ausentes, y confundir la vida vivida con una especie de vida literaria que todos llevamos dentro, en el repliegue más oculto del corazón. Mejor lo dijo el religioso George Herbert: el adulterio es justificable: el alma necesita pocas cosas; el cuerpo muchas.

Eso no basta. Queda un numeroso tema por agregar: el verdadero talento consiste en diseñar estrategias para ser infiel y jamás perder la castidad. Habitar ese limbo, grieta, nicho. Tener alas y aureola. Tener un solo sexo, sin escrituras de propiedad. En ese sentido, la poesía surge como una maravillosa fórmula. Pero hay más: hay infieles por naturaleza y hay infieles de circunstancia. Y también existimos los infieles por azar. Pero termino con una frase de mi amigo el poeta Víctor López Ráche: la mujer infiel exige eterna fidelidad a sus amantes.

Amén y amén.