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16 ene 2011

JAGGER AL OÍDO




Me quedo con los dinosaurios. Son los mejores. Mi simpatía por el demonio empieza con ellos, termina con ellos, a pesar de mis adicciones y afectos góticos, del tipo The Cure o Amy Lee. Cuando los dinosaurios suenan, los otros monstruos se ocultan, las estrellas más altas se caen de su peso, los cuervos esperan de pie la caída de la noche. Basta la guitarra del viejo Keith Richards. Un puñado de acordes, como quien lanza arroz a las palomas del futuro. Basta la voz ronca, de gato viejo y hambriento sobre los tejados del verano, del gran Mick.

Lo demás es plagio, sampleo. Conscientes juegos de amnesia. En el mejor de los casos, un homenaje más... ¡Porque cuando los Stones suenan sobre la piel de las cosas, el precio que deben pagar los dioses ya es otro! ¡Las piedras ruedan hechas dialectos de las estrellas! ¡Luz de dinamita! ¡Colores de otros muchos mundos!