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18 abr 2012

TETAS FACTORY



Tuve una mujer que se operó los senos a última hora. Tuve otra que ya venía operada con el dinero de su marido muerto, nada fuera de lo común por estos días. Encontrar a mi última novia con los senos normales, fue toda una revelación poética. Su fealdad natural me encantó a primera vista. Una típica Eva en sus pelos menores, toda una virgen del quirófano. 

Pero el motivo de estas líneas es otro. No hay nada más horrible que esas tetas de quirófano, esos globos estándar de gelatina sin sabor, vulgar silicona encapsulada que brinca cuando intentas atraparlos con los labios o con los dedos. En el supermercado  o  a la salida del banco, a la hora pico y bajo la lluvia, saltan dos inmisericordes pelotas de carne delante de algunas orgullosas mujeres. Me producen estupor, ganas de correr, más que lujuria primitiva. Uno tiene miedo de que puedan estallar en cualquier momento y producir una tragedia de incalculables proporciones.

No tengo nada contra las chicas y damas de sostén talla 38 B, siempre y cuando sean naturales. Al fin y al cabo, la personalidad de una mujer se mide en nuestro mundo light por el tamaño de sus senos y la curva de su trasero. Lo demás es talento natural. La verdad es que me conformo con unas tetas lisas, pequeñas, de bajo perfil. Me he vuelto condescendiente y tolerante a la hora de elegir una compañera de pecho. A este extremo he llegado. Un punto adicional, nada despreciable. Las mujeres de tetas pequeñas no sólo son mejores amantes, sino que se contentan con una bonita blusa estampada o con bordados, en promoción...