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9 mar 2010

OTRO INUTIL POEMA



El último poema de amor lo escribió Sade en Charenton, a finales de 1814. Lo deletreó en la cal de la celda, con el dedo untado en sangre. Que se tenga noticia, nadie se ha atrevido a citarlo en ninguna antología de un género donde todo es trascendental, nada es anodino. De hecho, nos debe causar asombro lo que se escribe ahora. Todo lo que sigue es repetición, plagio inocente. Y no es para menos: cualquier poema de amor está escrito en un pasado imperfecto, con la misma cursilería de Ovidio, con su misma letra de mosca moribunda. Tampoco es aventurado decir que eso lo hace mucho más auténtico, y a la vez menos poema de amor.


La verdad es que se debería prohibir terminantemente la escritura de poemas de amor, tal como se nos prohíbe mirar las estrellas en horas laborales.  Demasiados poetas deberían coserse los dedos con hilo y aguja. Por si fuera poco, escribir un poema de amor es dar un paso al lado para que otros den un paso firme al frente. Los  grandes amores nunca se escriben, se viven con vértigo.

Ya en lo personal, creo que una buena foto dice más que uno y mil poemas de amor, con el perdón de Cartier Bresson. Sobre todo si la foto es con Laura.


El resto es cultura general.