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11 nov 2010

REQUIEM POR RODIN



La razón es simple, mas no sencilla: Rodin nunca pensó en moldear dos rocas con el cincel. Una le sobraba, una le bastó. El pensamiento es un ejercicio trágico. Pensar nos aleja de los soles de la fantasía y la imaginación. La mujer no piensa: prefiere sutilmente arrobarse. Me parece que esta es la diferencia, la señal de la brecha de espíritus, esa línea fronteriza entre efebos y féminas. Todas ellas carecen de humanas razones. Todas, sin excepción, desde Eva en audiencia pública, hasta madre de Hitler y la bella muchacha de ojos negros asesinada en Irán por una lluvia de piedras, hace un par de noches.

Y por supuesto que el gran Rodin, el gran machista de todos los tiempos, sabía todo esto y mucho más.