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17 dic 2010

C.R.I.S.I.S.



Hoy, como todos los días, alguien me dice al oído que el capitalismo está en crisis. Luego pide una bebida cola. Y almuerza con una humeante hamburguesa, con mucha salsa de tomate y mostaza americana. Y se va de compras al supermercado, retira algo de dinero del cajero automático. Mañana otro personaje me dirá confidencialmente que el capitalismo está en cuidados intensivos: terminal. Su esposa lo llamará al celular para recordarle la asistencia al baby shower de la prima rica. La charla termina cuando recuerda que además debe comprar las bolas para el árbol de navidad y el Nintendo para su hijo menor.

Mi explicación de economista es que el capitalismo nace en crisis, vive en crisis, se alimenta de crisis cada vez más gordas, cada vez más rentables y productivas. Todos los días los actores económicos despiertan con todos y cada  uno de los demonios metidos por dentro. La magia es precisamente esa: el desequilibrio nuestro de cada día, la transacción que nos falta por realizar: aquel cobro de un cheque por ventanilla, el pago del arriendo del apartaestudio, la factura de la lavandería, los tenis Converse de estrellitas amarillas, el shampoo importado de David... 

El capitalismo, en últimas, se alimenta de todos tus gusanos.